La llegada de la censura a Bluesky
Recientemente, la red social Bluesky ha sido objeto de controversia debido a la censura impuesta por el gobierno turco. A inicios de este mes, se restringió el acceso a 72 cuentas a solicitud de las autoridades gubernamentales de Turquía, lo que ha generado un debate sobre la verdadera naturaleza de la plataforma y su compromiso con la libertad de expresión. Según un informe de la Asociación de Libertad de Expresión, 59 cuentas fueron bloqueadas bajo el pretexto de proteger la «seguridad nacional y el orden público». Esta situación ha llevado a muchos usuarios a cuestionar si Bluesky es realmente un espacio abierto y descentralizado, como se promociona.
La estructura técnica de Bluesky y sus implicaciones
A pesar de las restricciones, la arquitectura técnica de Bluesky permite que los usuarios eludan estas censuras de manera más sencilla que en otras plataformas como X. Esto se debe a que Bluesky está construido sobre el Protocolo AT, lo que permite a las aplicaciones de terceros crear sus propias interfaces y vistas del contenido de Bluesky sin tener que aplicar las mismas decisiones de moderación. Por lo tanto, aplicaciones como Skeets y Deer.social pueden ser utilizadas para eludir la censura impuesta por el gobierno turco, ya que no están obligadas a seguir las mismas reglas de moderación geográfica que la aplicación oficial de Bluesky.
Alternativas y el futuro de la libertad de expresión
Sin embargo, el uso de estas aplicaciones de terceros no es una solución permanente. Los desarrolladores de estas aplicaciones pueden enfrentar presiones similares si su popularidad crece lo suficiente. Aviva Ruben, una desarrolladora, está trabajando en una alternativa llamada Deer.social, que permite a los usuarios desactivar completamente el servicio de moderación oficial de Bluesky. Esta opción de personalizar la ubicación en la configuración de la aplicación podría ayudar a los usuarios a evitar bloqueos basados en la geolocalización. A medida que la censura se convierte en una preocupación creciente, es esencial que las comunidades digitales se preparen para un futuro en el que cualquier gobierno, incluido el de EE. UU., pueda solicitar la eliminación de contenido que no sea necesariamente ilegal.
