El origen de la controversia
En junio de 2024, la creadora de contenido Kelley Heyer publicó un video de una danza viral que rápidamente capturó la atención del público, coincidiendo con el lanzamiento del exitoso álbum de Charli XCX, titulado “Brat”. La danza se volvió tan popular que Charli XCX decidió incorporarla en su espectáculo en vivo, incluso invitando a Heyer a presentarse en su show en Nueva York. Este evento marcó un hito en la carrera de Heyer, quien expresó su agradecimiento a Charli XCX por el apoyo a su trabajo creativo.
La demanda contra Roblox
A pesar de la colaboración con Charli XCX, la situación de Heyer dio un giro inesperado cuando se enteró de que la plataforma de videojuegos Roblox había utilizado su coreografía sin su consentimiento. A diferencia de Fortnite, que sí obtuvo permiso para licenciar la danza, Roblox no firmó ningún acuerdo con Heyer. Según su abogado, Miki Anzai, la creadora se vio obligada a presentar una demanda para proteger sus derechos de propiedad intelectual, argumentando que “Kelley es una creadora independiente que debe ser compensada de manera justa por su trabajo”.
Impacto económico y la defensa de Roblox
La demanda de Heyer no solo se basa en el uso no autorizado de su danza, sino también en el impacto económico que tuvo en Roblox. Se estima que la plataforma generó más de $123,000 a través de la venta de más de 60,000 emotes de la danza “Apple”. En respuesta a la controversia, Roblox emitió un comunicado afirmando que “como plataforma impulsada por una comunidad de creadores, toma muy en serio la protección de la propiedad intelectual y está comprometida a proteger los derechos de los desarrolladores y creadores independientes”.
La importancia de la propiedad intelectual en el mundo digital
Este caso resalta un tema crucial en la era digital: la protección de la propiedad intelectual. A medida que las plataformas en línea continúan creciendo y evolucionando, la necesidad de establecer acuerdos claros y justos entre creadores y empresas se vuelve más importante que nunca. La situación de Kelley Heyer podría sentar un precedente para futuros casos en los que los derechos de los creadores sean vulnerados, subrayando la necesidad de un marco legal que proteja a los artistas y sus obras en el vasto mundo digital.
