Contexto de la reestructuración de USAID
En la mañana del 3 de febrero, una multitud de manifestantes se congregó frente a la sede de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en Washington, D.C. Este evento no fue un intento violento de tomar el control de la agencia, sino más bien una defensa simbólica contra las decisiones del nuevo liderazgo de DOGE, una entidad no gubernamental dirigida por Elon Musk. Musk, quien ha manifestado su intención de recortar drásticamente el gasto en ayuda exterior, ha calificado a USAID como una «organización criminal» y un «nido de viperas» de ideologías radicales. Este cambio de dirección ha llevado a la suspensión de operaciones en la oficina de USAID, generando incertidumbre sobre el futuro de la asistencia internacional que proporciona Estados Unidos.
Impacto en la asistencia internacional
USAID, establecida en la década de 1960, ha sido la principal agencia encargada de administrar el presupuesto de ayuda internacional de EE. UU., con un enfoque en la recuperación de desastres, la lucha contra la pobreza y la promoción de reformas democráticas. En 2023, la agencia recibió aproximadamente 68 mil millones de dólares, lo que representaba la mitad del presupuesto total del gobierno para ayuda internacional. Sin embargo, con la reciente reestructuración, se prevé que las actividades de USAID se integren en el Departamento de Estado, lo que podría resultar en una reducción significativa de fondos y personal. Esto plantea serias dudas sobre la continuidad de programas vitales que benefician a millones de personas en todo el mundo.
La controversia en torno a DOGE y su autoridad
DOGE, el Departamento de Eficiencia del Gobierno, fue creado por el expresidente Trump con el objetivo de modernizar los sistemas federales y eliminar la ineficiencia. Sin embargo, su capacidad para ejercer autoridad sobre agencias como USAID ha sido cuestionada. Aunque DOGE no tiene el mismo poder que las agencias que intenta reformar, Musk ha estado presionando para obtener un mayor control sobre los sistemas federales. Esto ha llevado a despidos en la alta dirección de USAID y a un clima de incertidumbre en torno a la gestión de la ayuda internacional. La falta de claridad sobre las capacidades legales de DOGE y su influencia en el gasto federal ha suscitado preocupaciones sobre un posible «toma de control» del gobierno.